Volver y no saber por qué

Día 1 de Enero de 2018
Queda una hora para aterrizar a Barcelona. 31 días desconectado de trabajo, familia y amigos. Durante el viaje he hecho más de 25.000km, 10 aviones y 8 aeropuertos. Sí he de ser sincero, no tengo ganas de volver; es egoísta, pero me he deshecho de todo lo que se hacía pesado y me quitaba el sueño. Me he dado cuenta que mi vida la he llevado en una bolsa de 40L y me he espabilado bastante bien.
Una de las cosas más importantes de las que me quería deshacer es la que más me gustaba, los medios de comunicación. Normalmente cuando volvemos de hacer un viaje o vacaciones vemos las cosas diferentes, sentimos que hemos cambiado. Ahora se cómo me siento, pero sé que la rutina y la mierda de vida artificial que nos hemos creado hará que en dos o tres semanas todo vuelva a ser como antes de irme.
Durante el viaje he dejado la vida destructiva que llevaba. He recuperado la motivación de querer hacer cosas solo y acompañado. ¡Ah! Y algo muy importante: Las ganas de vivir.
Cuando empecé esta aventura me arriesgué a conocer a una persona nueva. Andrea, mi gran compañera de viaje. No hay nada más bonito que compartir cosas nuevas con gente diferente. Las amistades fugaces, amores imposibles, locuras de media noche y las sorpresas que te desnudan por dentro.
Mucha gente te deseará Feliz Año, yo no; simplemente quiero que tomes este año y lo vivas, sal del camino que siempre tomas, haz cosas nuevas y no te olvides de viajar. Este es el secreto de mi felicidad.
¿Qué harías después de 24 de vuelo y 10h de jet lag? Ir a trabajar al día siguiente. ¡Próxima parada... Chile!

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