Los arquetipos tóxicos que te puedes encontrar en #Facebook
El fanfarrón
Su vida es excitante, divertida, perfecta. Su novia (o) es guapo (a) y bebe los vientos por él o ella. En su cumpleaños le hacen una fiesta sorpresa y sus amigos le compran regalos originales y personalísimos. Todo acaba publicado en los diversos perfiles de sus redes sociales. De las fotos de sus viajes solo puedes deducir que hay gente que tiene mucha suerte (y mucho dinero) en la vida y que tú eres un desgraciado. De las fotos de sus cenas en restaurantes caros, que eres un loser (modo cool de decirse a uno mismo perdedor y pringao).
Es un amante de los deportes de riesgo -lo sabes por los post de sus viajes en helicóptero o en globo, y también por las maravillosas vistas que ha publicado de su reciente vuelo en parapente-, pero además practica actividad física al aire libre, todo lo que implique vida sana y la exhibición de complementos de moda. Está tonificado y tatuado. Consume suplementos vitamínicos, ha eliminado el azúcar de su vida e incorporado a su dieta la quinoa y la espelta. Es condescendiente, permite que en su red de amigos haya gente como tú, pero sabes que eres una excepción, la norma es que este sujeto se codee con gente solvente social y económicamente. Toda su vida te hace replantearte la tuya una y otra vez. Y eso no es sano.
El guía espiritual
Su misión en la vida es traer a la tuya el pensamiento positivo y un sinfín de citas inspiradoras copiadas de múltiples fuentes (citadas o no) que van desde Paulho Coello hasta Alejandro Jodorowski pasando por el poeta hindú Rabindranath Tagore. A saber: "Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te lleven a él". "Si de noche lloras por el Sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas". "No recuerdes lo que das, no olvides lo que has recibido".
Y así cada mañana, a veces varias veces al día. Sus intenciones son buenas pero tú funcionas en la vida real y la verdad sea dicha, uno no siempre está para digerir tanta sabiduría. Tanto atardecer y tanta playa serena en sus fotos pueden provocar reacciones violentas. Si algún día sacas esas emociones en forma de exabrupto recibirás más dosis de espiritualidad y puestas de sol y te convertirás en el blanco perfecto de su misión evangelizadora. Al final te sentirás un ser poco evolucionado que no ha sido capaz de afrontar su vida y crecer como individuo. Tampoco es sano. Es posible tolerar un guía espiritual en tu vida, pero solo uno.
El quejica
Día tras día su muro y sus tuits son una letanía de quejas. El mundo no lo entiende, sus amigos tampoco, la sociedad, mucho menos. Si trabaja no le pagan. Si sale a cenar, lo intentan timar. Si tenía un buen compañero de trabajo, éste ya lo ha traicionado, y él lo veía venir. Si viaja, le pierden las maletas. Un drama.
Busca atención y tu lástima por encima de todas las cosas. Las redes sociales son su refugio porque en la vida real la gente ya se ha hartado de él. Si te apetece, puedes darle todo lo que pide pero eso solo aumentará el espectro de sus quejas. Pase lo que pase toda la humanidad está en su contra, así que no está en tus manos ayudarlo. Además, este personaje está encantado de lagrimear cada día en el escenario digital, y no debes privarlo de su mayor placer. Algunos quejicas en el fondo pertenecen a la especie de los fanfarrones. Os sonará esto: "¡Qué pereza! Acabo de llegar de Berlín y ya tengo que hacer la maleta para Nueva York".
El críptico
Su vocación es la intriga. Dejar las frases a medias: "Si pudiera lo contaría ...". “Algún día me entenderéis …”. La ambigüedad es su territorio, y atrapa la atención simulando que sabe mucho más de lo que dice. A veces deja post crípticos, totalmente vagos pero con algún detalle específico que disparan la curiosidad de la audiencia. Si preguntas estás muerto: has liberado a la bestia. La parábola críptica irá in crescendo y nunca sacarás nada en limpio. Ignóralo. Lo más probable es que su comentario se refiera a un suceso mucho más vulgar de lo que él te intenta hacer creer. Su pecado: hacerse el interesante y que los demás, por contraste, crean que tienen una vida aburrida.
El profesional
Su muro se ha hecho para el autobombo. Las redes sociales le parecen peligrosas y solo merecen ser usadas como un escaparate de su éxito profesional. De este "amigo" solo recibirás invitaciones para ir a eventos profesionales o pseudoprofesionales. Sus publicaciones girarán en torno a sus éxitos laborales, sus premios y sus menciones en la prensa. Su vida es un networking continuo. Un no parar. Tiene a sus jefes reales o potenciales agregados a Facebook o siguiéndole en Twitter y su perfil se parece demasiado a un curriculum vitae. No perderás mucho si dejas de seguirlo en todas las redes sociales, excepto en Linkedin. Siempre va a contar lo mismo.
El activista
Está comprometido. En general. A favor de la protección de los animales, en contra de los transgénicos, por la eliminación del plástico de nuestras vidas, por la erradicación de la clase política y un largo etcétera. Ama las teorías de la conspiración, y en su muro podrás encontrar los argumentos más retorcidos e improbables para explicar la realidad. A veces es vegano o vegetariano. Toda la humanidad, excepto él, le parecemos una manada de ovejas disciplinadas. Él, en cambio, encarna la contracultura. Está de vuelta de todo.
Te bombardeará con peticiones de firmas y con demandas varias. Es un individuo activo que no se deja aplastar por el sistema, no como tú que eres una víctima de la sociedad de consumo. Facebook es una empresa capitalista, por supuesto, pero para él es una herramienta para amplificar las causas justas. El fin justifica los medios. Es tan versátil que a veces estarás de acuerdo con él y otras lo odiarás profundamente. Una recomendación: En ningún caso discutas con un activista. Serás aplastado por su intensidad y tratado como una piltrafa con el cerebro lavado por los medios de comunicación.
La socialité
Su objetivo en la vida es ver y ser visto (sobre todo lo segundo). Está donde hay que estar. Su nombre aparece en todas las listas "in" de la ciudad. Sus fotos hablan por sí solas. Inauguraciones, fiestas, photocalls, restaurantes de moda, conciertos ...
Es el primero en llegar a todos los sitios y así te lo hace saber en tiempo real. Su timelinees una sucesión continua de checkins de los sitios a los que todos querríamos ir, suInstagram parece a veces una revista del corazón, otras El Conde Nast Traveler y algunas, una revista de decoración. La dosis de postureo es máxima a tus ojos, pero es solo la justa para mantenerse en el epicentro. Hay que entenderlo, su vida maravillosa se quedaría en nada si no pudiera compartirla en las redes sociales. Controla la envidia e intenta que te invite a alguno de sus maravillosos planes aunque sea una vez.
Los padres amantísimos
Ella o él son padres a tiempo completo, y están dispuestos a compartir con el resto de los mortales todas las alegrías y tristezas de su paternidad. Desde el primer diente hasta la última caca, pasando por la visita al pediatra y la última mala noche. Todo lo podrás “disfrutar” en tiempo real. Si algún día intentas sacar otra conversación, te sorprenderá su habilidad para darle la vuelta a todo y caer otra vez en su monotema. Si tienes algún amigo que encaje en este perfil, tu timeline se llenará de fotos de niños y comentarios dando detalles muy precisos de la conducta infantil, también verás sus conciertos en el cole, sus dibujos, sus días de piscina y sus pañales usados.
Cuando se unen varios padres amantísimos en el mismo hilo se generan largas controversias que pueden durar días. No es que sean tóxicos per se, pero si el tema no te interesa demasiado, o entras a Facebook para cambiar de aires porque tu también tienes un hijo pero eres algo más que padre o madre en la vida, este personaje puede acabar con tu paciencia. En casos graves de alergia o intolerancia severa a los padres amantísimos, siempre quedará la opción de bloquear al usuario para dejar de ver sus post sin tener que hacer un radical unfriend. Recuerda que los niños crecerán y con un poco de suerte sus padres volverán a ser personas normales.
Pd. Es más que probable que todos hayamos protagonizado momentos tóxicos en nuestra atribulada vida digital. Este post se refiere a los que sistemáticamente encarnan alguno de estos perfiles. Cómo dicen las dedicatorias de algunos libros: Ellos saben quiénes son
Fuente:
http://blogs.elpais.com/antiguru/2013/07/amigos-t%C3%B3xicos-de-facebook.html
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