Canea y su puerto veneciano son la perla de Creta

 


Solo con dos horas después de pisar La Canea ya sabía que me quedaría unos días. Me siento como en casa, de hecho el señor que me hospeda en su casa es muy amable y servicial.

Justo al levantarme ya le he dicho que me quedo una noche más. He ido hasta la parada del autobús para comprar billete para Balos, una de las playas paradisíacas de Creta. Pero eso vendrá mañana. Hoy visitaré por la mañana las playas de la Canea y por la tarde tengo previsto perderme por los barrios antiguos. Esta ciudad es una postal.

Después de caminar varios km me alejo de las playas masificadas para ir a sitios más privados y de difícil acceso. Por el suelo y tierra volcánica.


He de decir que me he dejado los pies pero ha valido la pena. He estado en playas vírgenes, en cuevas de lava y gracias a que he conocido a un autóctono que lleva más de 25 años viviendo en Creta he descubierto lugares que no aparecen en las guías de viaje. Playas cristalinas y cuevas magníficas, pero lástima que la gente es sucia y deja sus residuos y no los recoge.

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