Surcando las aguas del Mar Egeo hacia Rodas

 


Entre una cosa y otra salimos del puerto a las 3:00am dirección a Rhodes. Es un viaje largo, pero sé que valdrá la pena. Duermo como puedo en el barco, hasta que se sientan 5 abuelos al lado a hablar y haciendo su ágora particular.

Llego a Rodas a las 19:00h a la tarde. Más tarde de lo que imaginaba pero hemos realizado varias paradas por el camino, dónde he podido ver puertos muy bonitos y aguas cristalinas. Después de una ducha reparadora me dirijo a “old town” a descubrir los encantos de esta ciudad amurallada. Ha sido pasar por debajo los arcos medievales y ya he sentido los ecos de la historia entre sus calles y paredes. 

Esta ciudad no deja indiferente a nadie. Será por su historia, sus calles emmuralladas o simplemente porque es bonita. Me levanto temprano para visitarla a primera hora y no encontrarme con muchos turistas. Sin mapa ni nada camino por el recinto emmurallado dejándome sorprender por los rincones más encantadores.


¡Me encanta! El equilibrio perfecto entre presente y pasado rodeado de murallas flores y gatos. Visito el coloso de Rodas o lo que queda de él. Dicen que fue una de las siete maravillas del mundo antiguo. Paseando por el puerto me encuentro con molinos de viento al puro estilo Don Quixote.

En un día no se puede visitar Rodas, como mínimo, para hacerlo bien se necesitan dos días completos.

Es una pasada caminar por las calles de los caballeros al atardecer, las sombras y texturas se proyectan en las paredes de cada calle hasta llegar al palacio del gran Maestre de los caballeros de Rodas. Un palacio majestuoso de la edad media, que recuerda estar en un capítulo de juego de tronos.

Esta noche cenaré bien. Después de ver la puesta de sol (espectacular) voy al centro medieval a comer una deliciosa pizza griega.

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