Coastal Walk: la ruta costera de Sydney

7 de diciembre de 2017

Hoy escribo desde Bondi Beach, una de las playas más conocidas de Sydney y a 30ºC. Las nubes ya son cosa de ayer y el Sol y las olas se han convertido en las protagonistas.
He pensado hacer la ruta costera "coastal walk", que es como un camino de ronda de playas y calas de New South Wales. Es importante ponerse crema ya que estoy en tierras donde está el agujero de la capa de ozono. El agua es muy azul y las olas son fuertes. La corriente marina se nota e incluso el socorrista avisa por megafonía de la peligrosidad de salir arrastrado por las olas. Los surfistas aprovechan para coger la ola más alta. Ellos están hechos de otra pasta, curtidos de sol, arena y agua.
Mientras estaba tumbado en la playa he oído hablar español. Dos chicas hablando de que se "van a poner para el final de año". ¡Si aún falta un mes! Yo todavía no sé qué me pondré mañana de ropa y ellas ya van por el Año Nuevo ...
Tras un chapuzón en un agua removida y fresquita me puesto a caminar de nuevo y he hecho toda la ruta costera. Qué bonita la caminata, en una de las calas, la Tamarama un poco más y muero ahogado por una ola gigante, no es broma y sé nadar. La playa estaba cerrada por el fuerte oleaje y corrientes marinas, pero como me han parido así entré en el agua, ¡y no he sido el único eh!
De repente ha venido una ola que parecía un tsunami y ha arrasado con todo. La gente sacando las toallas mojadas de la arena y yo sacandome la arena del culo, de las orejas y de la boca. He aprendido la lección, se mira, pero no se toca. Aun así, me ha gustado jugar con olas de 3m.
Al terminar el recorrido ya era hora de comer y la barriga ya hacía rato que me lo recordaba. Una buena pizza que me he comido, un helado en pleno diciembre y hacia Watson bay, a ver el Skyline de Sydney, todo iluminado por la caída del Sol.
Mi cabeza ya empieza a pensar en el mañana y que pasan dos cosas: La primera es que me voy a Filipinas donde me encontraré con mi amiga Andrea y que hago 32 años y estaré fuera de los mios; que no les podré abrazar. Al regresar al hostel me he despedido de Marina, la chica italiana de recepción, que el primer día me hizo el check in. También me he encontrado por los pasillos mi amigo Australiano de mediana edad y le he agradecido todo lo que me ha recomendado y explicado.
¿Me podré despedir de Sydney?
Esta ciudad me ha dado una vibración que hacía tiempo había perdido.

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