Cumpleaños en Sydney y Manila

8 de diciembre de 2017
Hoy me he vuelto a despertar con ese “run run” en la barriga, lo que te da cuando sabes que es un día especial y pasarán cosas. Aparte de ser mi 32 cumpleaños también vuelo hacia Filipinas, donde descubriré por 1ª vez el continente asiático.
El avión todavía no ha salido por una tormenta eléctrica, dice el piloto. Mejor tener paciencia y esperar, antes de que pase nada. No me gustaría morir estrellado el día de mi cumpleaños.
Aprovecho para enviarle un whatsapp a Clea, la chica francesa que conocí hace unos días. Hoy hemos desayunado juntos y hemos quedado en escribirnos e ir compartiendo experiencias. Le he pasado un par de ofertas de trabajo de Sydney y ella me ha respondido "be safe and enjoy it". Muy mona esta chica... ahora me encuentro en el avión escuchando "home" de Phillip Phillips y colgando cuatro fotos en Instagram. Me he hecho una cuenta sólo de viajes @marc_wonderworld, tampoco es plan de agobiar los que están trabajando y pasando frío con fotos que harían rabia a cualquiera.
Una vez en Manila todo cambia. Me despido de Mike, un colega que he hecho durante las 8h de vuelo y voy a buscar un taxi. No hace falta pasar ni 5 minutos fuera del aeropuerto para darte cuenta de que es un caos. ¡Gente que te quiere estafar, putas “everywhere” y un tránsito inhumano, al igual que el aire que se respira, humo!
Pago 900 pesos filipinos por un taxi bastante cómodo, por lo que son los vehículos de allí y me deja justo en la puerta del hotel. En realidad tendría que haber pagado 200 o 250 pesos por un taxi público. La historia del taxi viene ya del aeropuerto, donde en la terminal un chico filipino me dice: "taxi, taxi?..." y yo... Sí, pero pactamos precio (todo ello con inglés, los filipinos entre ellos hablan tagalo). Salgo del taxi, el cual previamente le da 20 pesos a un poli y entro al hotel. Aunque viven en el caos absoluto, ellos lo toman con calma y me hacen pagar una taxa de ¡1500 pesos filipinos, ole! Por mi cara bonita.
Ya tengo ganas de que sea mañana y coger un vuelo en Palawan, Puerto Princesa, dicen que es el paraíso. El objetivo es llegar a El Nido y sentir que me he perdido "donde cristo perdió la zapatilla", pero si me quedo más tiempo a Manila quizás no me quedarán ni los calcetines.

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