Isla de Palawan (De Puerto Princesa a Port Barton)
Día 9 de diciembre de 2017
Las 3:00AM y ya me he despertado. Andrea está en la cama de
al lado con el teléfono encendido y con jet lag. Llegó anoche y el del taxi le
saqueó 800 pesos. Hoy ya no nos volverá a pasar. Hacemos el remolón intentando
dormir hasta las 4:30Am y finalmente lo conseguimos. Riiing! Suena el teléfono
y es el recepcionista que nos despierta porque le dijimos que teníamos un vuelo
temprano.
Comienza un nuevo día y la aventura de Filipinas tendrá un
nuevo capítulo en la isla de Palawan, concretamente en Puerto Princesa. Tomamos
un taxi con contador en marcha y vamos al aeropuerto. Allí conocemos a unos
catalanes que harán nuestra ruta al revés y nos dan un consejo. Al llegar a El
Nido coger un ferry hasta la isla de Busuanga y descubrir Corón. Allí hay lagos
interiores y cuevas con impresionantes estalactitas.
Palawan ya es otra cosa, al salir del avión nos inunda un bochorno
extremo y un Sol que derrite. Vamos hasta la zona de "van sharing" y
contratamos por 650 pesos filipinos una furgoneta hacia Port Barton.
Hasta ahora, lo que había visto del continente asiático no
me satisfacía, pero eso estaba a punto de cambiar. Compartimos van con dos
españolas, una catalana y una de Madrid. Tres horas de trayecto por parajes
desconocidos y paradisíacos. El humo de Manila ya queda lejos y el verde de los
árboles y las aguas azules me hacen sentir más como en casa.
Al llegar a Port Barton nos despedimos de nuestras compañeras
viajeras y vamos hasta un hostal que se llama Divina gracia. Es curioso porque
para llegar allí hay que pasar por la iglesia "ni cristo". El tío que
le puso el nombre fue un visionario.
Nos dirigimos hasta el Kraken, un restaurante de un amigo de
Andrea y después de hacer unas birras y una buena comida, decidimos ir a la
playa y así bajar la comida y tocar las cálidas aguas Port Barton. Qué playa,
qué barcos y qué gente. A mi modo de entender son gente muy bonita, con ganas
de interactuar porque te ven como un billete gigante, pero si eres honesto te
dejan estar y siguen siendo simpáticos y con una sonrisa.
Después de pasar un día de circunstancias hoy lo ha
compensado. El paraíso tiene un precio y nuestros ojos aún se frotan de ver
paisajes bonitos. Ha sido un día genial pero ya se me caen las pestañas;
escribo mientras me duermo. Mañana toca despertarme e ir a ver tortugas de mar
con Andrea, comer fuera y descubrir más de esta fantástica isla.
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