Los publicistas encontramos y vendemos necesidades


Los publicistas no fabricamos necesidades. Nadie debe convencerte de lo contrario pues, entonces, se estaría admitiendo que el consumidor es poco inteligente. El trabajo del publicitario va más allá. Consiste en una forma de mover los instintos más primigenios de la búsqueda de la felicidad en la satisfacción de haber logrado algo mejor, que puede ser material o inmaterial. Para ello, las marcas deben llegar a las personas mostrando sus “vidas secretas”.

En ocasiones las empresas permiten a sus clientes  comprender la forma en que actúan, sus “vidas secretas”. Un claro caso es la colonia del cantante Justin Bieber, que ha sido inteligentemente denominada como “Girlfriend”. Millones de adolescentes obsesionadas con la estrella reconocerán implícitamente el deseo de querer ser la novia de Justin Bieber. Se trata de un ejemplo de cómo con un simple nombre las marcas llegan directamente a lo más íntimo de los deseos de sus compradores. Sin embargo, la necesidad ya estaba creada, y los publicitarios fueron capaces de cubrirla.

El mundo está lleno de Harleys guardadas en los garajes, Land Rovers conducidos por gente poco intrépida y colecciones de whisky de malta  en las estanterías de gente que nunca bebe. Son solo algunos ejemplos de compras que se realizaron por un impulso motivado por el anhelo de quien los compró, que es inherente al ser humano y que nunca se extinguirá. 

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